En ocasiones pienso que llevamos en nuestra herencia cultural reminiscencias, acerca de los sentimientos de los niños, de décadas anteriores: los años 30, 40, 50, 60, cuando era frecuente oír “los niños no sufren”, los niños no sienten”, “los niños no se dan cuenta, “ellos lo que quieren es jugar”. Estas son frases que se escuchaban a personas de aquellas épocas y que hoy día todavía, aunque con menos frecuencia o muy raramente, se escuchan comentarios como: “los niños están a lo suyo”, “son pequeños y no se enteran“. En las generaciones de padres más jóvenes (de 30, 40, 50 años) no es frecuente escuchar esto pero aunque no se dice con palabras, en ocasiones, sí se actúa delante de los niños como si estos no sintieran y como si fueran invisibles.
Me estoy refiriendo concretamente a cuando las exparejas, padres con hijos, presentan denuncias uno contra otro, una vez separados o divorciados. Unas veces las denuncias pueden ser por causas más justificadas, por ejemplo, porque no se respeta el régimen de visitas, etc. pero en otros casos son más graves, porque son denuncias falsas.
Cuando leo, escucho o me hablan
de denuncias falsas pienso en la invisibilidad de los niños. Y a veces creo que los progenitores, la madre en la mayoría de los casos, cuando presentan
una denuncia falsa a su expareja, pareciera que están denunciando a un hombre o
mujer que están solos y aislados en el mundo, sin relación con nadie, y sin
importar a nadie, y no piensan que a quien están denunciado es al padre (o a la
madre) de sus hijos.
En estos casos yo me pregunto: ¿piensan,
en algún momento, que cuando denuncian falsamente al padre o a la madre de sus
hijos con el ánimo de hacerle mucho daño, también están haciendo daño a una de
las personas que mas quieren sus hijos y que más necesitan?, ¿piensan cuando
ponen una denuncia falsa que pueden llevar a una condena al padre o la madre de
sus hijos sin merecerlo? Piensan realmente en el dolor, que supone para un hijo
ver a su padre o a su madre, si fuera el caso, en la cárcel injustamente?, ¿Para usted ha dejado de ser una persona querida pero no para sus hijos, piensan que supone para un hijo pasar por esta vivencia?, ¿han pedido la
opinión de sus hijos si tuvieran edad para ello, sobre denunciar falsamente a
su padre? ¿cómo creen que deben reaccionar esos hijos después de conocer esa
denuncia? ¿cómo se sentiría un adulto, uno mismo?, ¿qué relación cree
que puede tener con sus hijos a partir de ese momento?.
Hay progenitores que al hacer
estas denuncias esperan que los hijos no sientan enfado, ni dolor y se muestren
como si esto no fuera con ellos. En algunos casos puede ser así, pero en otros
los hijos sufren y se enfadan y comienzan una mala relación con quien ha hecho
este agravio a su padre o su madre, porque está atentando contra las personas
que ellos más quieren y que son más importantes de su vida y que
si atentan contra ellas también los hijos se pueden sentir agredidos.
Pero hay que ir más allá, esta persona denunciada falsamente además de ser
un padre o madre con hijos, probablemente menores; también es
hijo/a y tiene padres, probablemente mayores. Una denuncia falsa, por lo tanto,
no solo hace daño a la persona denunciada falsamente, sino también a unos hijos
que le quieren (que también son los del denunciante) y a unos padres que le
quieren también.
Siguiendo esta línea de
reflexión, yo les diría a los padres, a las madres especialmente, que hay que
pensar, sobre todo, que se están sentando las bases de una práctica y fijando un
precedente que un día puede volverse contra el propio denunciante. ¿Han pensado
si esta denuncia falsa que están poniendo, tuvieran que vivir que es su propio padre
el que es denunciado falsamente por una tercera persona. Es decir, si se
generaliza esta práctica, ¿Podría pasar que esto que hoy le está
ocurriendo a un padre, ese padre fuera el suyo propio, el que fuera condenado
injustamente?. Más aún, ¿Podría ocurrir que el día de mañana el
denunciado pueda ser su propio hijo. ¿cómo se sentiría usted y qué pensaría si dentro de unos años, es usted la madre (o el padre que también puede ocurrir) de un
hombre denunciado falsamente, o la abuela o el abuelo?.
Y por último, ¿qué herencia
queremos dejar a nuestros hijos, nietos,…? Nuestras acciones van construyendo los
valores de nuestra sociedad. Creo que sería mucho mejor promover la
comunicación, el consenso en favor del entendimiento y la cordialidad entre
padres y madres y entre padres e hijos, en beneficio del mejor bienestar actual
de los hijos de hoy y de las generaciones venideras y, sobre todo, que aquello
que prevalezca sea la verdad.
No se duda, de que se deben poner
las denuncias que sí son auténticas, que obedecen a hechos reales, pero vamos a
reflexionar sobre las consecuencias y el daño
emocional y moral, de poner denuncias falsas, no solo para el
denunciado sino también para todas las personas importantes de su vida.
Sería bueno que se reflexionara
sobre esto y cuando se hace una denuncia falsa a la expareja se ponga delante la imagen de los hijos,
se piense en el daño que se les puede hacer y se les haga visibles como personas que son con sentimientos profundos
hacia sus padres y, sobre todo, como seres humanos que quieren y sienten.
Por mis hijos .... por ellos siempre he cedido en todo. Me he rebajado al máximo como persona y como hombre. Y todo por evitar la confrontación.
ResponderEliminarPero ella, mi todavía mujer, es una persona muy, muy fría. Ha tenido una infancia muy difícil (padre alcohólico que les abandono, constantes desplazamientos de su madre, sin apego familiar,....)
En resumen, me encuentro en pleno proceso de separación y estoy totalmente perdido. Veo que piero a mis hijos ... lo veo y siento morir. No quiero la confrontación pero tampoco quiero perder a mis hijos para siempre